A las calles del País de las Letras
un día el circo llegó.
Desfilando al ritmo de las trompetas,
¡menudo jaleo se armó!
El rey, que leía
en el palacio tranquilo,
se dio un gran susto
al oír tanto ruido:
-¡Uuuuuuu!
Con todo el estruendo
que allí están haciendo,
tendré que nombrar
un guardián del silencio.
¡Señorita S, mándelos callar!
- Ssss, ssss, silencio,
que hay que trabajar.
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