Os ponemos unos trucos para que vuestros pequeños no os ganen la batalla con las rabietas.
Perder los nervios, gritar, enfadarse es inevitable en determinados momentos y ocasiones.
Somos humanos y criar es sacrificado, no da tregua, es estar siempre en la entrega a pesar de cómo nos sintamos nosotros.
Da igual estemos cansados, o enfermos, o con muchísimo sueño, hemos de estar ahí para ellos. Da igual que tengamos ganas de hacer cosas que nuestros peques nos impiden, sin apenas momentos para nosotros, para la pareja, para la vida social, hemos de estar ahí para ellos. Y es cansado, a veces hasta pesado y odiado.
Retener estos sentimientos, no aceptarlos es dañino y se volverá en contra nuestro en cualquier momento. Hay que buscar maneras de abrir la válvula y darle escape: gritar al aire, al espejo, compartirlo honestamente con alguien, patalear,... Así nos ocupamos de nuestros temas, de nuestra carga y no hacemos pagar a nadie por ella.
Por otro lado, también es importante saber que
tus hijos necesitan de tu presencia y tiempo. Por lo que cuando estés con ellos después de su larga jornada escolar (y posiblemente la tuya laboral), no te líes a hacer mil cosas de la casa. Baja las expectativas, las obligaciones, la exigencia de tengo que comprar, organizar, los baños, las cenas,... pues eso aún te alterará más. Siéntate con ellos, juega un ratito. Si son mayorcitos pide colaboración para hacer la cena, o para guardar la compra. Que el baño no sea un ritual sin disfrute, sino otra ocasión para estar juntos.
Ellos te necesitan pero tú también los necesitas para que te abran el corazón, para nutrirte del verdadero valor de las cosas.
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